RECONSTRUCCIÓN IDEAL DEL MONASTERIO

IGLESIA

Su planta es de una sola nave, formada por cuatro tramos de diferentes dimensiones, siendo el que se sitúa junto al crucero más ancho que los otros.
La cabecera es tripartita y recta. A los pies se dispone el Coro de los Conversos, que curiosamente se sitúa en alto. 
El interior se cubre con bóvedas cuatripartitas y la cabecera con una bóveda de ocho nervios, confluyentes en la clave.
La cabecera se ilumina con tres vulgares ventanales que permitían iluminar el interior a través del retablo principal.
La primitiva cabecera gótica poseía tres ventanales apuntados, que fueron cegados posteriormente, aunque apreciamos su tracería.
En el muro norte de la iglesia se disponía el púlpito, el acceso a la escalera de caracol que conducía al primitivo campanario y la escalera que conducía al órgano que se disponía en un enorme vano, actualmente vacío.

SALA CAPITULAR

La Sala Capitular es una de las estancias más importantes de un monasterio, se sitúa por lo general en la panda o ala este del claustro y es el lugar en el que a diario se reunían los monjes con el abad para leer cada mañana algún capítulo de la regla de la orden.
 
Sobre ella se disponía el dormitorio de los monjes.
Era la primera estancia en construirse y se comenzaba poco después de levantarse la cabecera de la iglesia.
La primitiva Sala Capitular de Rioseco era de menor altura que la actual y algo más alargada, tal y como apreciamos a través de las ventanas cegadas que daban al claustro en la primera construcción. La actual se cubre con una bóveda de terceletes, semejante a la de la Cilla. Esta obra se remataba en 1663 por los canteros Andrés Prieto, Cagigal, Lastras y sobre todo Pedro Sáinz.

CLAUSTRO DE LOS MONJES

El monasterio de Rioseco tuvo un primer claustro de una única altura, como lo atestiguan las ventanas cegadas en el lado sur de la iglesia. El siglo XVI fue bueno para las arcas del Monasterio y es entonces cuando decidieron realizar un claustro más en consonancia con el gusto de la época.
 
El claustro actual es un magnífico ejemplo de arquitectura clasicista. Fue contratado en 1595 con el cántabro Juan de Naveda. En la Panda del Mandatum, al Norte, se adosa la iglesia. Al Este está la Panda de la Sala Capitular, al Sur la Panda del Refectorio del que no queda nada y al oeste la Panda de la Cilla. Las arquerías de estas dos últimas Pandas son las que han sufrido un deterioro mayor.
En todas ellas se abrían clasicistas puertas de acceso a las dependencias, muchas de las cuales resultan difíciles de distinguir actualmente por haber sido cegadas.
En la Panda de la Sala Capitular se abre el acceso a la antigua escalera principal, una bella escalera de caracol sin alma, semejante a la del Monasterio San Pedro de Cardeña de Burgos.

LA CILLA

La Cilla es el Granero o Bodega de los monasterios. En los monasterios cistercienses solía estar situada en el lado oeste (como ocurre en Rioseco). Solía ser de planta rectangular y abovedada.
 
Esta estancia, construida directamente sobre la roca, se cubre con una bóveda de terceletes muy similar a la de la Sala Capitular, si bien en esta ocasión se realiza a base de piedra de toba, que permite aligerar las cargas.
En el intradós del arco que precede a la bóveda encontramos una fecha -1663-, que habla de su terminación definitiva o bien de una remodelación en la segunda mitad del siglo XVII.
Por los restos de cornisa antes de la bóveda, se aprecia que al menos poseía dos tramos abovedados.
En 2013 se ha abierto de la puerta, hasta ahora cegada, que comunicaba el Claustro con la Cilla, lo que nos permite tener una visión mucho más atractiva de esta dependencia del Claustro.

ENTRADA PRINCIPAL AL MONASTERIO

La entrada principal del monasterio se abría junto a la Torre del Abad, donde hoy solo encontramos un amasijo de ruinas.
Afortunadamente existe una fotografía en el Archivo de la Diputación de Burgos que nos muestra la clasicista puerta con arco de medio punto y columnas que sustentan un frontón triangular.
Las columnas, de orden jónico, se relacionan íntimamente con las columnas, también jónicas, de la galería del patio al que se accedía por esta entrada principal, actualmente oculta bajo los restos de una persistente hiedra.

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